Pozo cumple promesa a niños hospitalizados dando HR con bate decorado por ellos
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SAN LUIS -- Mientras recorría las bases tras conectar un jonrón para romper el empate en el sexto inning la tarde del domingo, el receptor de los Cardenales, Yohel Pozo, no sólo tenía lágrimas en los ojos, sino también a su hijo, Paul, y a otros niños enfermos del Hospital Infantil Mercy, danzando en su mente.
Paul Pozo sufrió una serie de derrames cerebrales después de nacer en marzo del 2020, y caminó y habló mucho antes de lo que los médicos pensaron que lo haría. La huella de la mano pintada de Paul estaba en el bate de arce de 34 pulgadas y 31 onzas que usó su papá para dar su bambinazo el domingo, junto con las de otros niños que luchan por recuperarse en un hospital cercano.
Esos niños le pidieron al venezolano Pozo que conectara un bambinazo para ellos durante la visita del receptor al hospital la semana pasada, y su única promesa fue que haría todo lo posible contra los Yankees. Así que, cuando el relevista dominicano Camilo Doval dejó un slider colgado en el medio del plato y Pozo mandó la pelota a 404 pies, según Statcast, para su quinto cuadrangular de la temporada, la emoción se desbordó en sus ojos casi de inmediato.
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“Los niños me preguntaron si podía dar un jonrón y yo les dije: ‘Bueno, lo voy a intentar’, y luego, cuando sucede -- en cuanto vi la pelota y fue un jonrón-- casi empecé a llorar corriendo las bases, sólo de pensarlo”, dijo Pozo después de un partido demoledor en el que los Yankees se recuperaron con una carrera en el séptimo inning y cuatro en el noveno para arruinar su dramático vuelacercas en una derrota de los Cardenales por 8-4.
“Espero que [los niños en el hospital] hayan visto eso y vean que bateé ese jonrón para ellos”.
El jonrón de Pozo es el capítulo más reciente en una de las historias más conmovedoras de las Grandes Ligas en el 2025. Sin ser firmado hasta el final de los Entrenamientos de Primavera, cuando contemplaba unirse a un equipo de la Liga Mexicana, Pozo se abrió camino a las Mayores en abril cuando el panameño Iván Herrera sufrió una lesión en la rodilla izquierda, y se quedó gracias a sus habilidades con el bate, refinadas cuando solía golpear frijoles negros con un palo de escoba en su natal Venezuela. Se ha convertido en una especie de héroe de culto en San Luis al liderar a todos los bateadores de las Mayores con siete carreras impulsadas como emergente y ocupar el segundo lugar en hits viniendo desde la banca (seis).
Y pensar que cinco años antes, Pozo, su esposa Paola y Paul no tenían hogar cuando su hijo pequeño sufrió una serie de derrames cerebrales justo cuando Pozo perdió su salario y seguro debido a que la pandemia de COVID-19 cerró la temporada de las Ligas Menores en el 2020. El poco dinero que la familia tenía o ganaba se destinaba a los tratamientos de Paul, quien desafió los pronósticos de los médicos.
“Al principio, los médicos dijeron que no caminaría ni hablaría hasta los 8 o 9 años, pero comenzó a caminar a los 3 y a hablar a los 4”, recordó Pozo, quien también usó un bate morado con las palabras “Jugando por Paul” pintadas en la maceta al principio del partido. “Hace terapia [todo el año], y la terapia lo ha ayudado mucho.
“Simplemente disfruta de la vida, y si lo ves, siempre está sonriendo y le gusta abrazar a la gente. Es un niño feliz”.
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Incluso ante una racha de cinco derrotas y una barrida a manos de los Yankees, los miembros de los Cardenales pudieron sonreír ante lo que Pozo logró el domingo con el bate adornado con las huellas de las manos pintadas de varios niños enfermos.
“Ha sido uno de los favoritos en el clubhouse desde el día en que subió”, comentó Lars Nootbaar, quien dio tres imparables el domingo antes de abandonar el juego por un calambre en el tendón de la corva izquierda. “Firmamos a [Pozo] tarde en la primavera, así que nadie sabía mucho sobre él, pero simplemente se integró bien con los muchachos. Que él tenga el rol que ha tenido y le haya ido tan bien -- por la historia con su hijo, los sacrificios que ha hecho por su familia y lo que hizo hoy con el bate -- todo es realmente especial. Ha sido un compañero de equipo increíble y alguien a quien todo el mundo apoya”.
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Debido a que conoce de primera mano los dolores y las tensiones que un niño enfermo provoca en una familia, Pozo tiene grandes planes para el bate que usó para conectar el jonrón. Su esperanza es que el madero con las huellas de manos rojas, amarillas y azules pintadas en él siga trayendo alivio y alegría a las familias que padecen las enfermedades de sus hijos. Pronto será subastado y los ingresos se destinarán al Hospital Infantil Mercy de San Luis.
“Uno de los momentos más difíciles de mi vida fue cuando [Paul] estaba en el hospital, así que sé por lo que están pasando todos esos padres”, dijo Pozo. “Así que, con suerte, el dinero que podamos conseguir [por el bate] ayudará a alguien”.