El pasado 10 de agosto, los Tigres tenían marca de 55-63 y ocupaban el cuarto lugar en la División Central de la Liga Americana, y sus posibilidades de clasificar a la postemporada eran apenas un poco más altas que las veces que lo habían logrado desde 2014, es decir, ninguna. Fue en ese momento, y prácticamente de la nada, cuando el joven equipo del piloto A.J. Hinch se plantó con firmeza y se transformó en una de las mejores escuadras del béisbol, incluso en una temporada que parecía encaminarse a ser otra sin rumbo en Detroit.
Los Tigres terminaron con marca de 33-13, aseguraron un cupo como Comodín de la Liga Americana en la última semana de la campaña regular, barrieron a los Astros en la Serie de Comodines contra el exequipo de Hinch y estuvieron a una victoria de avanzar a la Serie de Campeonato de la Liga Americana antes de que su as, Tarik Skubal, permitiera un grand slam de Lane Thomas en el Juego 5 de la Serie Divisional entre Tigres y Guardianes.
Llegaron hasta ahí, así de rápido, y cuando todo terminó, Hinch dijo: “Tengo un equipo con el corazón roto por todas las razones correctas”.
Ahora resulta que esa condición fue sólo temporal —la derrota ante los Guardianes tras estar tan cerca de disputar un pase a la Serie Mundial. Porque tras los juegos de la noche del miércoles, los Tigres tenían el mejor récord de la Liga Americana con 19-12. Desde que parecían sin suerte y sin muchas posibilidades en octubre pasado, su marca es de 50-25, un porcentaje de victorias de .667. Después de ser barridos por los Dodgers al comenzar esta temporada, tienen marca de 19-9.
Nunca se sabe cómo evolucionan estas historias después del tipo de decepción del que Hinch habló en octubre pasado. Pero lo que ha pasado con los Tigres —y sigue pasando— es que el comienzo de la temporada pasada se parece mucho a cómo terminó esa misma campaña, y que no ha cambiado mucho:
Siguen siendo jóvenes, siguen siendo talentosos y quizás apenas están comenzando, en todos los sentidos. Así que esta continúa siendo una gran historia de béisbol en una gran ciudad beisbolera, donde están ocurriendo muchas cosas positivas en el deporte. Los Leones de la NFL han regresado y los Pistones de la NBA están en camino. ¿Y los Tigres? Para octubre, en una Liga Americana que parece estar al alcance, podrían haber completado su regreso. A medida que se adentran más en esta temporada regular, están dejando claro que lo de los últimos dos meses de la campaña 2024 no fue casualidad.
“Vamos a mantenernos disciplinados para correr la carrera larga”, indicó Hinch hace unos días.
Su equipo ha hecho lo que está haciendo y ha jugado como lo ha hecho sin haber realizado una transformación extrema —y costosa— como otros equipos de élite entre la temporada pasada y esta. Firmaron a un par de ex Yankees, el venezolano Gleyber Torres y Tommy Kahnle, y ambos movimientos han rendido buenos frutos hasta ahora. Torres batea .273, con tres jonrones. Kahnle suma cinco salvamentos. También trajeron de vuelta a Jack Flaherty, quien ayudó a los Dodgers a ganar la Serie Mundial.
Y pareciera que el puertorriqueño Javier Báez —considerado un fiasco como agente libre tras firmar un gran contrato con los Tigres antes de la temporada 2022 y tras una campaña 2024 prácticamente perdida (lesiones, promedio de .184 en 80 juegos)— está intentando revivir su carrera. “El Mago” conectó un grand slam contra los Astros la noche del miércoles, lleva promedio de .296 rumbo a la serie del fin de semana en Anaheim y está aportando tanto en el cuadro interior como en los jardines.
“Está impactando en las victorias y tiene control de sus turnos”, destacó Hinch esta semana sobre Báez.
Pero en realidad, son los jugadores que se mantuvieron desde el año pasado quienes forman la base de este equipo. Spencer Torkelson, primera selección del Draft amateur del 2020, quien fue enviado de regreso a Triple-A en junio pasado para reencontrarse con su swing, ya tiene ocho vuelacercas. Kerry Carpenter suma siete y Riley Greene lleva seis. Zach McKinstry batea para .323.
Y además de todo eso, los Tigres saben lanzar. Skubal no sólo sigue siendo su as, sino uno de los mejores lanzadores del juego, actualmente con efectividad de 2.34. Casey Mize tiene marca de 4-1 con promedio de carreras limpias de 2.12. Flaherty sólo tiene una victoria, pero su efectividad es de 3.34. Jackson Jobe, el joven de 22 años que fue lanzado a la postemporada hace un año tras haber lanzado apenas dos juegos en las Mayores, tiene marca de 2-0 con 3.38 de EFE.
Una vez más: nunca se sabe si el impulso de un año puede trasladarse al siguiente, especialmente cuando un equipo viene desde atrás como lo hicieron los Tigres. Los Mets del 2024 tenían marca de 22-33 a finales de mayo, y luego se convirtieron en uno de los mejores equipos del béisbol, llegando hasta el Juego 6 de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional ante los Dodgers. Los Tigres iniciaron su repunte más tarde, pero se encendieron igual.
Y ahora siguen encendidos. El famoso trompetista de jazz Dizzy Gillespie dijo una vez: “El profesional es el que puede hacerlo de nuevo”. Los Tigres lo están haciendo de nuevo. Esta vez no persiguen a nadie. Esta vez, los persiguen a ellos.