"Sigue siendo mi héroe": Baltimore celebra a Ripken y su hazaña de Hombre de Hierro
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BALTIMORE -- En la víspera del 30mo aniversario del histórico juego número 2,131 de manera consecutiva de Cal Ripken Jr., el “Hombre de Hierro” del béisbol se preparaba para una emotiva noche de sábado. La leyenda de los Orioles, de 65 años, sabía que los recuerdos lo invadirían al regresar al terreno del Camden Yards, el escenario de uno de los momentos más grandes en la historia del deporte, aquel 6 de septiembre de 1995.
“Intentas prepararte, porque a veces, la emoción te toma por sorpresa”, dijo Ripken la tarde del viernes. “Recuerdo que, la primera vez, pensé en mi mamá [Violet], quien fue de gran ayuda. Eso te conmueve un poco. Y 30 años después, uno pensaría que ya te acostumbras, pero en realidad revive todos esos recuerdos”.
Ripken logró contener sus emociones el sábado, cuando fue homenajeado durante una ceremonia previa al juego entre los Dodgers y los Orioles. Pero para los fanáticos de Baltimore presentes —y para los que seguían el evento desde lejos— fue una noche especial, cargada de emociones y memorias.
A diferencia de la noche del 6 de septiembre de 1995, Ripken no dio la vuelta al campo saludando a los aficionados, como lo hizo durante una ovación de pie de 22 minutos en la quinta entrada, cuando el juego —y la racha, que superó la marca previa de Lou Gehrig— se hicieron oficiales.
“No tenemos tiempo para eso”, dijo Ripken con una sonrisa.
En su lugar, Ripken fue llevado alrededor del campo de advertencia en un Corvette convertible rojo, tal como lo hizo después del juego número “2,131”. Saludó a la multitud que llenó las gradas. Señaló a un fanático en el jardín central derecho que sostenía un cartel que decía: “30 años después, Cal sigue siendo mi héroe”.
Ripken recibió un saludo de mano desde el vehículo por parte del inicialista de los Dodgers, Freddie Freeman. Luego, cuando el Corvette se detuvo frente al dugout de la primera base, Ripken descendió y se reunió con jugadores actuales de los Orioles. Conversó un momento con Gunnar Henderson. Tomó por los hombros a Ryan Mountcastle. Saludó con un apretón de manos a Adley Rutschman y Colton Cowser.
Finalmente, Ripken caminó por la alfombra naranja que iba del campo de advertencia al terreno. Se encontró con un grupo repleto de estrellas compuesto, en orden, por: el comentarista de ESPN Chris Berman; el ex locutor de los Orioles Jon Miller; los exjugadores de los Orioles Larry Sheets, Bobby Bonilla, Rafael Palmeiro, Ben McDonald, Al Bumbry, B.J. Surhoff y Brady Anderson; y miembros del Salón de la Fama como Ken Griffey Jr., Harold Baines, Mike Mussina, Jim Palmer y Eddie Murray, todos con pasado en Baltimore, excepto Griffey.
Al tomar el podio cerca del montículo, Ripken estuvo acompañado por su esposa, Laura, su hijo, Ryan, y otros miembros de su familia.
Durante el fin de semana, Ripken compartió recuerdos de aquella histórica noche y contó anécdotas sobre su récord. Como siempre ha hecho el oriundo de Havre de Grace, Maryland, también se encargó de reconocer el mérito de los demás.
Ripken no dejó pasar que el sábado también se cumplían 29 años del cuadrangular número 500 en la carrera de Eddie Murray, también en ese estadio.
Ripken agradeció nuevamente a “las mayores influencias en mi vida”, sus padres, incluyendo a su padre, el exmánager de los Orioles Cal Ripken Sr.
“Ya no están físicamente con nosotros, pero les aseguro que todavía me cuidan”, dijo Ripken. “Papá decía: ‘Un día a la vez’. Y mamá decía: ‘Más te vale presentarte’”.
Treinta años atrás, Ripken recibió un lanzamiento ceremonial de su hija Rachel (entonces de 5 años) y su hijo Ryan (de 2). Este sábado, Ryan, ya con 32 años, regresó para repetirlo.
Inicialmente, Ripken se colocó bien al frente del plato. Pero Ryan le pidió que retrocediera, y luego lanzó la pelota, para después abrazar a su padre y recibir una gran ovación.
“Aún no puedo creer que eso fue hace 30 años. A mi papá no le gusta que lo diga. Le digo: ‘Oye, tienes 65’”, comentó Ryan. “Es una locura pensarlo. Tengo 32. Fue en un abrir y cerrar de ojos. Es increíble qué tan rápido pasa la vida”.
La racha de Ripken —que llegó a 2,632 juegos antes de que él mismo la finalizara el 20 de septiembre de 1998— probablemente nunca será superada. Y será recordada muchas veces en el futuro.
Pero en sus palabras finales, Ripken se mostró abierto a la posibilidad de que en algún momento surja un nuevo “Hombre de Hierro”.
“Me han dicho que este récord es inquebrantable ahora”, comentó Ripken. “Siempre dije: ‘Si yo pude hacerlo, sin duda alguien más también puede’. Y quizás esto sorprenda a algunos, pero espero que algún día alguien me supere y que yo, junto a todos ustedes, tengamos el placer de verlo”.