Fermín acaba de llegar al los Padres, pero tiene grandes lazos con San Diego

9 de agosto de 2025

La ciudad de Guayana, en la ribera sur del Río Orinoco en Venezuela, ha producido dos receptores de Grandes Ligas, ambos, por cierto, figuras de los Leones del Caracas en la Liga Venezolana de Béisbol Profesional.

Uno de ellos, Carlos Hernández, fue el cátcher de los Padres que ganaron el banderín de la Liga Nacional en 1998. Jugó partes de 10 temporadas en las Mayores y ahora narra los juegos como analista en la transmisión de radio en español del equipo.

¿El otro? Se unió a Hernández en San Diego la semana pasada. Freddy Fermín, el recién adquirido receptor de los Padres, creció a cinco minutos de la casa de la familia Hernández en Guayana.

Decir que Fermín y Hernández se conocen desde hace mucho tiempo sería quedarse corto. De hecho, ambos jugaron juntos en las Pequeñas Ligas de la ciudad. Hablamos de Freddy Fermín padre, para ser claros.

El viernes, un día después de que el joven Fermín fuera traspasado a los Padres a cambio de dos lanzadores, Fermín padre hizo una llamada a su viejo amigo.

“'Carlos, estás ahí, hombre, ¡tienes que ayudarlo!'”, recordó Hernández. “Le dije que haría cualquier cosa que me pidiera. Cualquier cosa para ayudarlo, aquí estaré”.

A principios de esta temporada, Fermín y Hernández se vieron en el Petco Park cuando los Reales visitaron la ciudad. En ese momento, Hernández bromeó sobre lo genial que sería si Fermín jugara para los Padres. Fermín le restó importancia; los Reales eran la única organización que había conocido.

El viernes, después de que Hernández conversara con Fermín padre, se aventuró al clubhouse local del Petco Park. Eso es una rareza para Hernández, quien dice que le gusta dejar el clubhouse para los jugadores actuales. Recibió a Fermín con un abrazo, y los dos pasaron un rato poniéndose al día.

Lo mismo para Fermín y el cerrador Robert Suárez, quien también es oriundo de Guayana. Fermín dice que no conocía a Suárez tan bien como a Hernández, pero creció conociendo al hermano de Robert, con quien también coincidió con los Leones del Caracas.

“Se siente tan bien tener gente familiar aquí”, dijo Fermín durante el fin de semana. “Llego aquí a San Diego, y también tengo a Robert Suárez. Siento que estoy rodeado de mi familia. Me hace sentir bien”.

Hernández conoce a Freddy Jr. desde que era un bebé. Recuerda que un invierno, Freddy padre le pidió que trabajara con su hijo en un terreno de béisbol cerca de sus casas. Hernández estima que Freddy Jr. tenía 13 o 14 años en ese momento.

“Su mecánica, su juego de pies, era bien rápido”, recordó Hernández. “Dije: ‘Este chico tiene algo’. Dije: ‘No sé qué tan grande vaya a ser. No conozco su swing. No sé nada más. Lo único que sé es que ese [muchacho] es rápido’”.

Hernández lo sabía. Al resto del mundo del béisbol le tomó un tiempo darse cuenta. Es bien conocido ahora que Fermín no firmó un contrato profesional hasta los 20 años, prácticamente un anciano para un prospecto internacional. En cierto punto, el ciclo se perpetuaba. Fermín jugaba bien en Venezuela. Algún scout se fijaba en él. Luego, no le ofrecían contrato porque, bueno, si ya era tan mayor, ¿por qué no había firmado ya?

“Sé cuántas ganas tenía de que alguien lo firmara”, comentó Hernández. “Yo lo vi. La forma en que trabajaba con él, me lo demostró a esa edad. Le pregunté a un scout por qué no lo firmó, y me dijo que era por su edad. [Olvida] la edad. Él puede jugar. Este chico tiene corazón. Tiene más corazón que mucha gente en este juego”.

Finalmente, en el 2015, los Reales se arriesgaron con Fermín, y él recompensó su fe. Llegó a las Grandes Ligas unos años después y se convirtió en el suplente de otro legendario receptor venezolano, Salvador Pérez.

Hernández siguió de cerca la carrera de Fermín. Cuando recibió un mensaje de texto de un amigo el jueves por la tarde diciendo que Fermín había sido cambiado a San Diego, Hernández no lo creyó. ¿Aquel niño con el que una vez jugó en las Pequeñas Ligas, su hijo se unía a la organización tan querida por su corazón? Buscó frenéticamente en internet y descubrió que el rumor era cierto.

Con Hernández pasando sus veranos en Estados Unidos, Fermín padre desarrolló una relación más cercana con el papá de Hernández, quien falleció hace unos años. Fermín padre a menudo se sentaba en el porche de su casa, y cuando el papá de Hernández pasaba en su carro, los dos se detenían a hablar de béisbol.

“Hombre, desearía que mi papá estuviera vivo para que lo viera con ese uniforme”, agregó Hernández. “Él vio todo el trabajo duro que su papá hizo por él, al igual que el mío lo hizo por mí. Todo lo que puedo decirle a [Fermín] es que lo apoyaré, lo ayudaré, estaré ahí para él”.

Ése es el mensaje que Hernández intenta transmitir a todos los jugadores venezolanos que conoce. Y hay bastantes en el clubhouse de los Padres: Luis Arráez y Elías Díaz, además de Fermín y Suárez.

Pero Hernández quiere asegurarse de que resuene con Fermín. La familia de Hernández se ha mudado desde entonces. Han pasado casi una década desde que ha vuelto a Guayana, producto de la situación en Venezuela. Hernández se emocionó brevemente al hablar de lo que significaba ver a otro nativo de Guayana como receptor de los Padres.

“Traer un poco de tierra no sólo de mi país, sino de mi ciudad natal, vaya”, continuó Hernández. “No he vuelto en ocho años… Verlo aquí, significa mucho. Para mí, y para mucha gente en casa, significa mucho ver a ese muchacho aquí”.

Por supuesto, con su ráfaga de adquisiciones como Fermín, estos Padres se sienten optimistas sobre sus posibilidades de regresar al Clásico de Otoño por primera vez desde el club de Hernández en 1998, considerado el mejor equipo en la historia de la franquicia. De hecho, quieren ir un paso más allá.

“Sería un honor ganar una Serie Mundial para los Padres y con él aquí”, aseguró Fermín sobre Hernández. “Estamos representando a Venezuela, y estamos representando a Guayana”.

Sería un honor igualmente grande narrarlo, dice Hernández. Hablando desde su cabina en lo alto del Petco Park, Hernández se toma un minuto y luego reflexiona sobre su viaje en el béisbol y los viajes de sus compatriotas que ahora también juegan para los Padres.

“Todos los sueños que tenía en mente, lo único que quería era jugar béisbol”, concluyó Hernández. “Y ahora puedo verlo a él y sentirme orgulloso de que lo esté logrando. Lo que les digo a esos chicos es que cada vez que están ahí arriba y hacen algo, bueno o malo, piensen que también tienen un amigo aquí para ustedes. No se sientan solos aquí. Tienen a alguien que los respalda aquí arriba”.