Mientras ustedes leen esta columna, un joven muy especial para todos los yanquistas del mundo está siendo operado de su tobillo. Evidentemente me refiero a Oswaldo Cabrera, a quien muchos fans le llaman Waldo, Oswaldito, Cabby, Ozzie o para sus familiares y amigos cercanos es “Reke”. Todo el mundo del deporte quedó en shock, luego de que lamentablemente el martes, el jugador utility de los Bombarderos del Bronx sufriera una cruda fractura en el tobillo izquierdo deslizándose en el home, anotando en un elevado de sacrificio bateado por Aaron Judge en un juego frente a los Marineros.
Una vez terminado el encuentro decía Judge que cuando Cabrera pudo emitir palabras más allá de sus gestos de dolor, fueron el saber si había anotado. Estas no son cosas que sorprenden a muchos, pues los que han visto a Oswaldo desde su primer día en Grandes Ligas, saben el tipo de pelotero que es.
Cuando uno tiene la oportunidad de cubrir a los Yankees en su día a día, sobre todo en épocas como los campos primaverales, un número 95 siempre se ve entre los fans, saludando, firmando autógrafos hasta que ya la mano no le da más y tomándose más fotos que un artista muy famoso, y es que los aficionados Yankees han hecho a Cabrera uno de sus favoritos desde el día uno.
La alegría, el carisma, el aura, la energía y la manera de ser de Oswaldo Cabrera no se entrena en una academia, no se incluye en el bono de firma ni se puede aprender, se nace con eso y creo, desde mi punto de vista, que no existe un jugador dentro del universo beisbolero que tenga más cariño sin ser una superestrella que “Reke”.
Entre las más de 15, si usted leyó bien 15 entrevistas que le he podido realizar, una de las cosas que pensaba en el momento que lo veía ahí tendido en el terreno de juego era su amor por este deporte:
“Es amor por el juego, simplemente eso”, me dijo Cabrera en la segunda entrevista que le había hecho en su carrera, justo unos días después de su debut allá por el 2022. “Todos los días trato de dar lo mejor de mí, sin importar en qué posición esté jugando o qué rol me toque dentro del terreno. Lo más importante para mí es entregar lo mejor que puedo y controlar las cosas que están en mis manos, que es lo primero que siempre he dicho. Más allá de eso, se trata de jugar con el corazón."
Mientras llegaba la ambulancia, pensé también en sus padres y hermanos, una familia muy unida y unos padres que lo han dado todo para un mejor futuro por sus hijos incluyendo el amor por el deporte. Su padre Leobardo, que fue una de las estrellas de voleibol masculino de Venezuela, pero que sus hijos decidieron batear pelotas en vez de rematarlas y su madre, una persona que en Oswaldo tiene a su doble, no solo físico, sino de carácter. Usted quiere saber cómo es su mamá, pues mire a Cabrera y ya la conoce. Misma sonrisa, misma forma de ser e idéntica manera de reírse.
En los próximos días tendremos más noticias de Oswaldo y su lesión, pero no me cabe duda de que todos los fanáticos, incluso los no yanquistas, hoy tienen en sus pensamientos y oraciones al número 95, al jovencito de Guarenas en Venezuela, que juega donde quiera y siempre sale a dar el 100%. El béisbol en su magia absoluta, nos demuestra que no se necesitan 50 jonrones ni 200 ponches para ganarse el afecto y respeto de todo un público, son las cosas lindas de este juego y una de las muchas razones, que nos ha hecho enamorarnos del mismo.