J-Rod la gozó en el Clásico de Pequeñas Ligas y hasta se deslizó por la colina

5:06 PM UTC

WILLIAMSPORT, Pennsylvania -- Así no era como los Marineros querían terminar un día tan especial, lleno de intercambio de pines, selfies, tenis de mesa y deslizamientos por la colina.

La derrota por 7-3 ante los Mets la noche del domingo en el Bowman Field pudo haber dejado un mal sabor de boca en Seattle durante su primera experiencia en el Clásico de Pequeñas Ligas. Pero, al mismo tiempo, todos supieron dar un paso atrás y reconocer que esto era más que un simple juego.

Y nadie entendió mejor eso que el estelar jardinero dominicano .

Un día después de sentirse mal de salud, Rodríguez volvió con toda su energía, listo para regalarle a cada jugador de Pequeñas Ligas una experiencia que él mismo hubiera soñado tener cuando era niño, viendo la Serie Mundial de Pequeñas Ligas por televisión.

Cortar cajas de cartón para que queden planas y resbaladizas, usarlas como trineos sobre el césped gastado de la colina… eso es una tradición obligada al visitar la Serie Mundial de Pequeñas Ligas. Y después de tanto tiempo esperando llegar a Williamsport, J-Rod no iba a perder su turno.

“Sólo pedí unas clases rápidas”, dijo Rodríguez con una sonrisa. “Sabía que lo iba a hacer. Sólo necesitaba un poco de seguridad; eso era todo”.

Muchos jugadores participan en esa tradición al visitar el complejo de Pequeñas Ligas, así que no fue algo especialmente único para Rodríguez. Lo que sí hizo que su visita fuera distinta fue lo que ocurrió después. Como suele hacer, Julio llevó la experiencia a otro nivel para cada fanático joven que lo rodeaba.

Primero, reunió a todos los niños que estaban cerca para grabar un video tipo selfie. Sin dudarlo, los pequeños comenzaron a corear “JU-LI-O” una y otra vez, hasta que el tres veces convocado al Juego de Estrellas empezó a bailar al ritmo de sus voces. Luego encontró un lugar con sombra y se sentó a charlar con cualquier niño que quisiera hacerle una pregunta.

“Fue un momento de calidad”, expresó Rodríguez. “Siento que al final del día, sé que soy alguien a quien admiran y no tienen muchas oportunidades de compartir fuera del terreno, sentados en la colina, bajo la sombra. No tienen muchas experiencias así. Para mí, es una forma de devolverles y seguir motivándolos a dar lo mejor de sí”.

Imaginen a una de las grandes estrellas del béisbol sentado en la grama, rodeado por una multitud de niños que se le acercaban lo más posible. Detrás de ellos, sus padres hacían lo posible por captar el momento único. A su alrededor, todos los demás presentes observaban con asombro al darse cuenta de que era Rodríguez quien estaba en medio de ese grupo, respondiendo preguntas sobre su carrera o cualquier otra cosa que surgiera de la mente de un niño.

“Si no impactamos positivamente a la juventud y a quienes nos rodean, entonces esto no vale nada”, manifestó Rodríguez. “Así lo veo yo”.

Después de su momento en la colina, Rodríguez visitó los dormitorios de los pequeños para jugar tenis de mesa y otros juegos. Firmó una infinidad de autógrafos, posó para selfies hasta quedarse sin tiempo y se detuvo con cada niño que corrió a mostrarle algo de su vida en el teléfono.

Con el Bowman Field lleno de todos los participantes del torneo de este año en un ambiente íntimo, Rodríguez también aportó algo a la ofensiva de los Marineros con un sencillo y un doble. Sacó a relucir su niño interior cuando intentó sacar al astro dominicano Juan Soto en la segunda base y le gritó en broma desde los jardines al ser decretado safe su compatriota.

Claro, el objetivo de Rodríguez era ayudar a que los Marineros ganaran. Pero eso no hizo que sus otras metas fueran menos importantes. Quería que cada niño en el estadio tuviera una experiencia inolvidable, especialmente si era su primer partido de Grandes Ligas. Quería responder cada pregunta de cada jugador o fanático. Quería que todos se llevaran una foto o un autógrafo. Pero sobre todo, quería que todos vieran de cerca que lo más importante en el terreno, sin importar la edad, es divertirse.

Misión cumplida.