CHICAGO -- Kyle Tucker brindó su primer momento verdaderamente digno del Wrigley Field a los aficionados de los Cachorros la tarde del viernes.
En la octava entrada, Tucker conectó con fuerza un lanzamiento del zurdo de los D-backs, Joe Mantiply, enviando una línea sobre la famosa pared de ladrillos del jardín derecho del estadio para dar el batazo de la ventaja en una alocada victoria de los Cachorros por 13-11. Para rematar, el toletero Seiya Suzuki conectó cuadrangular por el jardín central en el siguiente turno al bate, añadiendo un seguro muy necesario en un juego que se convirtió en un festival de batazos.
Fue uno de esos días ventosos en el Wrigley Field que pueden convertir al viejo estadio en una caja de arena (como lo demostraron las 21 carreras combinadas en la séptima y octava entrada), pero no hubo ni un solo jonrón barato entre los siete que se dispararon.
"Si estás en este juego por algún tiempo, cada vez vas a ver más cosas", dijo el mánager de los Cachorros, Craig Counsell. "Pero fue una locura".
“Locura” es sin duda una manera de resumir esto.
- Esta fue la primera vez desde 1912 que los Cachorros ganaron un partido en el que su rival anotó 10 carreras en una entrada, según el historiador del equipo, Ed Hartig. Las 21 carreras igualaron la mayor cantidad en un lapso de dos entradas en la historia de los Cachorros (la otra vez ocurrió en 1893).
- Los D-backs se convirtieron en el primer equipo en anotar más de 10 carreras en una entrada y perder desde el 23 de agosto de 2006 (Reales).
- Según Sarah Langs, de MLB.com, las 18 carreras combinadas en la octava entrada fueron la mayor cantidad en un solo inning en la historia del Wrigley Field (desde 1914). Langs también señaló que los Cachorros son el séptimo equipo en los últimos 125 años en permitir más de 10 carreras en una entrada y ganar.
“Tenemos una ofensiva que puede reaccionar con rapidez”, dijo el receptor de los Cachorros, Carson Kelly, quien conectó dos jonrones. “En un día como hoy, con el viento arreciando, nunca se sabe qué va a pasar”.
En la parte alta de la octava, Arizona fabricó un racimo de 10 carreras que incluyó un grand slam de la némesis de los Cachorros, el venezolano Eugenio Suárez, y un jonrón de tres carreras salido del bate del cubano Lourdes Gurriel Jr.
El rally de los D-backs – al menos por unos momentos – borró la ventaja de 7-1 que los Cachorros habían construido hasta la séptima entrada. Ese empuje de Chicago había sido impulsado por un grand slam de Ian Happ. Según el historiador de los Cachorros, Ed Hartig, fue apenas la sexta vez desde 1956 que los Cachorros y su oponente conectaban un grand slam cada uno en el mismo partido.
Pero los Cachorros han demostrado en el inicio de la temporada que cuentan con una de las alineaciones más potentes del béisbol, por lo que el grupo solo necesitaba una oportunidad más.
Kelley inició la remontada en la octava entrada con un cuadrangular de tres carreras -su segundo del partido-, y más tarde llegaron los bambinazos consecutivos de Tucker y Suzuki, para devolverle el impulso a los Cachorros.
Fue un giro sorprendente para los D-backs.
“Estábamos todos muy emocionados”, dijo el mánager de Arizona, Torey Lovullo, sobre su dugout después de la parte alta de la octava. “Sentíamos que teníamos suficiente margen, y aún nos quedaban seis outs. Y nos sentimos muy bien. Nos gustaron los enfrentamientos. Simplemente no ejecutamos bien. Probablemente sea muy entretenido para los aficionados, pero muy frustrante para nosotros”.
El marcador final ocultó el hecho de que los Cachorros y D-backs estuvieron enfrascados en un duelo de pitcheo durante las primeras seis entradas entre Colin Rea, de los Cachorros, y Corbin Burnes, de los Diamondbacks. Hasta ese momento, el estacazo de dos carreras de Kelly ante Burnes en la segunda entrada parecía ser la diferencia – hasta que ambas alineaciones intercambiaron golpes al final.