Azulejos buscaban a otro receptor en México… encontraron a un “unicornio” en Kirk

3:35 PM UTC

TORONTO -- llegó como un mito.

Todos nos maravillamos con él ahora, pero al principio, sólo se susurraba sobre el mexicano. Kirk era material de fábulas y cuentos populares. El béisbol tiende a guardar un asiento en su mesa para todas las formas y tamaños, pero él era el receptor que no se parecía a nadie más. De eso era de lo único que se podía hablar. Luego, aprendieron que tampoco jugaba como nadie más.

“Kirky es un unicornio”, comentó el manager John Schneider.

Incluso ahora, seis temporadas, dos convocatorias al Juegos de Estrellas y una extensión de contrato después, aquellos más cercanos a Kirk les cuesta explicarlo. Sus compañeros veteranos todavía se encogen de hombros y sonríen.

Kirk es uno de los grandes descubrimientos en la historia de los Azulejos. Estaba escondido en Tijuana, México, hasta que las personas adecuadas terminaron en el lugar justo en el momento correcto. Es un recordatorio de que este juego, tan cuidadosamente proyectado y tan obsesionado con las probabilidades, todavía puede sorprendernos con algo que nunca esperamos. Es un enigma.

“Ojalá pudiera decir que sé mucho sobre Kirky, pero en realidad no”, agregó Kevin Gausman. “Puede que a él le guste que sea así”.

Esta es la historia de Kirk, o al menos lo que él quiere que sepas.

El otro muchacho

En el 2016, los Azulejos estaban “en la caja de castigo”. Acababan de firmar al dominicano Vladimir Guerrero Jr. el año anterior por US$3.9 millones y, bajo las reglas internacionales de MLB de la época, no podían superar US$300,000 por un solo jugador en el 2016. En su lugar, apostaron todo a la cantidad, tratando de reclutar talento en todas partes.

En aquel entonces, Kirk estaba en el circuito de exhibiciones. En un momento, los Tampa Bay Rays lo llevaron a su complejo en la República Dominicana durante 10 días y le echaron un vistazo, pero nunca le hicieron una oferta. Sin embargo, había un scout trabajando para los Rays en ese momento, llamado Aaron Acosta, a quien le gustó Kirk. Los dos se mantuvieron en contacto, y cuando Acosta se integró a los Azulejos poco después, la primera pieza estaba en su lugar.

Kirk recuerda este torbellino de exhibiciones. Siempre era “el otro muchacho”, al que le pedían que entrara y tomara algunos turnos al bate contra un joven lanzador de primer nivel, o que le recibiera a alguien si tenía suerte.

“En ese momento, era mi sueño. Siempre tuve el sueño de firmar como profesional. En ese instante, también me di cuenta de que había muchos jugadores, incluso en México, con mejores herramientas que yo”, confesó Kirk. “Físicamente… se veían mejor. Seguí entrenando y creyendo, pero un día, mi bate empezó a hablar por mí”.

Fue entonces cuando los Azulejos se toparon con él.

Dean Decillis, entonces un scout de asignación especial para el equipo, estaba con un pequeño contingente del personal de los Azulejos en una exhibición en México para ver a un receptor, pero no era Kirk. Sin embargo, había algo en Kirk que no podía dejar de mirar, incluso si el primer vistazo no tenía sentido.

No podía sacarse a Kirk de la cabeza. Para cuando habló con Andrew Tinnish, el vicepresidente de scouting internacional de los Azulejos, se había olvidado por completo del chico que se suponía que debía estar observando.

“En realidad, me gustó más el muchacho del otro equipo”, le dijo Decillis a Tinnish. “Puede recibir, puede lanzar, tiene muy buenas manos, tiene un bate de líneas y un swing bien simple y controla la zona de strike. Sin embargo, tengo que ser honesto contigo... no tiene un gran físico”.

Tinnish todavía recuerda la llamada. Conversaciones como esa no ocurren a menudo.

“Este no es el jugador típico. No es el físico común”, recuerda Tinnish que le dijo Decillis. “Si firmamos a este muchacho, el departamento de desarrollo de jugadores va a tener muchas preguntas. Pero te digo, este tipo puede batear, hace que el juego parezca fácil, simplifica las cosas, tiene un swing muy bueno. Puede batear, puede batear, puede batear”.

Estas historias sobre Kirk todavía encienden algo dentro de las personas que estuvieron allí.

Todos sabían que Vladdy sería el próximo gran fenómeno, o al menos tendría una mejor oportunidad de convertirse en eso que cualquier otro joven de 16 años en el planeta. Tenía el nombre famoso, un poder impresionante y un cuerpo hecho para batear pelotas por encima de las bardas.

Kirk no encajaba en ninguna de esas proyecciones fáciles con sus medidas o herramientas físicas, y es por eso que resulta tan importante para las personas que han estado presentes desde que los Azulejos fueron el único equipo de béisbol en ofrecerle a Kirk un contrato desde México. Fue por US$30,000, una miseria en comparación con el acuerdo que le habían dado a Guerrero el año anterior.

Tinnish todavía sonríe al pensar en ello, y luego captura exactamente por qué los scouts se ven fascinados con la historia de Kirk.

“A veces, tienes que soñar con los muchachos, ¿vedad?”

Llamó a Decillis una última vez y le preguntó si quería “poner su nombre en ello”. Decillis dijo que sí, pero le advirtió a Tinnish una última vez. Cuando Kirk apareciera en el complejo, iba a haber interrogantes.

‘Todo, por mí mismo’

Kirk mide 1.78 metros, quizás generosamente. Ha hecho un buen trabajo para mejorar su condición física a lo largo de los años, pero a primera vista, nunca ha sido confundido con un atleta de élite.

De hecho, ha sido confundido con muchas otras cosas a lo largo de los años, desde un asistente del clubhouse hasta un empleado del estadio y algunos otros personajes, pero ciertamente no con un jugador de béisbol. Este no era el tipo de jugador que los entrenadores y el personal de desarrollo en Dunedin estaban acostumbrados a ver entrar por esas puertas. El peso y la complexión física de Kirk siempre fueron el “pero” en aquellos primeros días.

“Por su tipo de cuerpo, siempre iba a ser el muchacho que tenía que demostrar que podía lograrlo”, señaló Decillis. “Es fácil pasarlo por alto por su apariencia. Probablemente no sea la mejor manera de decirlo, pero la primera impresión no es la mejor cuando lo ves”.

Kirk lo sabe --lo ha sabido siempre--, pero rara vez ha hablado al respecto.

“Mi físico… obviamente quería ser más alto. Quería tener mejores herramientas. Pero esto es lo que Dios me dio. Nunca me molestó”, dijo Kirk. “Estoy muy feliz con lo que tengo. De hecho, usé mi físico para motivarme. Me obligué a mejorar. Nunca lo usé como excusa, como si fuera diferente a los otros muchachos por su físico. No iba a rendirme. Eso me hizo exigirme más que a nadie”.

Kirk sólo necesitaba jugar. Más que muchos otros prospectos, necesitaba jugar para demostrar que era mucho más de lo que la gente pensaba al verlo.

Pero eso tomó tiempo. Kirk sufrió un accidente automovilístico y se lesionó la mano, lo que le costó casi toda la temporada 2017. Cuando finalmente regresó más tarde ese año, en su primer juego en la Liga de la Costa del Golfo, recibió una recta en esa misma mano y volvió a agravar la lesión. Sin embargo, había algo en Kirk --ese veterano de 35 años atrapado en el cuerpo de un adolescente-- que empezó a atraer al personal de los Azulejos.

En 2018, Kirk se dio a conocer con los Bluefield Blue Jays, registrando un OPS de 1.001 en 58 juegos. Sabía que finalmente había ganado impulso y su confianza comenzaba a aflorar, pero el 2019 le trajo una validación externa: por primera vez apareció en la lista de los 30 mejores prospectos de MLB Pipeline, ocupando el puesto número 29. Todavía recuerda la primera vez que lo vio.

Manager tras manager veía lo mismo: todo parecía ir más lento para Kirk. Era imposible abrumarlo.

“Lo único que siempre ha sabido hacer es lo más difícil en este deporte”, dijo Tinnish.

Desde el principio, Kirk estaba en una especie de gira de revancha. Había escuchado todo lo que se decía de él en el camino, y sí, es difícil ignorar los comentarios que aparecían en sus primeros perfiles como prospecto. Uno de esos reportes incluso lo comparó físicamente con el comediante Chris Farley. Kirk se aferró a esas cosas… y al hecho de que solo un equipo se interesó por él. Incluso cuando sorprendió al mundo beisbolero en el 2020 cuando dio el salto desde Clase-A Alta hasta las Grandes Ligas, seguía aferrado a eso. Pero un día, decidió dejarlo atrás.

“Ya no siento que tenga que demostrarle nada a nadie, ni a los que dudaban de mí, ni a nadie”, dijo Kirk.

“Recuerdo que un día le dije a mi papá: ‘Voy a demostrarles a todos que están equivocados. Voy a silenciarlos’. Ese día, mi papá me dio un gran consejo. Me dijo que me olvidara de la gente, que lo hiciera por mí. Todo, por mí. Todo lo que logre, que sea para mí”.

“Más vale que lo escuches”

Kirk sigue sin decir mucho, pero no es necesario que lo haga.

A los Azulejos no les falta gente a la que le guste hablar. A medida que pasó de ser una curiosidad como novato a convertirse en el receptor titular del equipo, se ha transformado en el gran contrapeso de Toronto. Sus lanzadores lo saben mejor que nadie.

“A veces tengo que depender de él para mantenerme equilibrado”, dijo Kevin Gausman. “Hay veces que estoy furioso durante una salida y le pregunto: ‘Oye, eso fue strike, ¿verdad?’ Y él solo me mira un rato y me dice: ‘... No’”.

Chris Bassitt intenta explicar el mismo fenómeno, pero se detiene, sonríe y reconoce: “Yo hablo mucho”.

“Si Kirky dice algo, más vale que lo escuches”, dijo Bassitt. “No importa si tienes 10 años de experiencia, si eres Max [Scherzer] con todo lo que ha logrado, o si apenas llevas dos días en Grandes Ligas. No importa. Él se ha ganado el respeto. Claro, puede relajarse y divertirse, pero al mismo tiempo es callado, está observando. Muchos de los buenos jugadores con los que he jugado y que son como Kirky, siempre terminan siendo los líderes del equipo. Él no anda con rodeos. Si te dice que pares, más vale que pares”.

Aquel juego de exhibición en Tijuana ocurrió hace nueve años, y mira a Kirk ahora. Es candidato al Juego de Estrellas cada año y un héroe de culto en Toronto, el jugador que sigue demostrando que cualquiera puede lograrlo. Decillis, quien ahora trabaja con los Bravos, podría hablar durante horas sobre ese día. En algún lugar, todavía conserva un jersey de Kirk que los Azulejos le enviaron años atrás. Estas historias no ocurren todos los días.

“Es una gran historia de scouteo, pero también es una historia increíble sobre alguien como él que recibió una oportunidad”, dijo Decillis. “Los rankings de prospectos lo pasaron por alto, pero él recibió su chance y la aprovechó al máximo. Ya ha sido convocado al Juego de Estrellas dos veces, y probablemente será llamado varias más. Estoy muy orgulloso de él. No lo conozco personalmente, pero de verdad me siento muy orgulloso de él”.

Así es. Nunca se han conocido. Nunca se dieron la mano. Nunca cruzaron miradas. Nunca hablaron. Solo hubo un juego, una corazonada… quizás un poco de suerte. Kirk no sabe dónde estaría hoy si eso no hubiera pasado. Y nosotros nunca habríamos escuchado los rumores de un receptor que no se parecía a nadie más.

“No sé si algún otro equipo me habría dado la oportunidad que me dieron los Azulejos”, dijo Kirk, sonriendo y sacudiendo la cabeza. “Estoy agradecido. Muy agradecido”.