NUEVA YORK -- Después de la victoria por 5-2 de los Mets en 10 innings con un jonrón de oro sobre los Rangers el domingo, fue difícil no trazar paralelos con el pasado octubre.
Ya tarde en el Juego 3 de la Serie de Comodín de la Liga Nacional, los Mets parecían derrotados. Su temporada muerta parecía lista para comenzar sin mucho más retraso. Luego Pete Alonso conmocionó a los Cerveceros con un jonrón de tres carreras que puso a su equipo al frente, y los Mets cabalgaron con ese impulso hasta quedarse a dos juegos de la Serie Mundial.
El juego del domingo en el Citi Field puede que no haya sido tan trascendental, pero dado el contexto, pareció casi igual de grande. En medio de una racha de ocho derrotas, y después de perder otra ventaja al final del juego, los Mets desesperadamente necesitaban un triunfo.
Alonso se las dio. Bateando en la parte baja de la décima, mandó un lanzamiento rápido del venezolano Luis Curvelo por encima de la cerca del jardín derecho, lanzó su casco hacia el cielo, tiró sus guantines a la grama y se unió a la fiesta en el plato. Fue el quinto jonrón de oro en la carrera de Alonso, un récord de la franquicia, rompiendo un empate con otros cinco jugadores, siendo el más notable Mike Piazza.
“Ganar este juego se sintió como un profundo respiro”, dijo el relevista Ryne Stanek, quien lanzó un décimo episodio en blanco para convertirse en el pitcher ganador.
La victoria fue la primera de Nueva York desde el 5 de septiembre, dándole a los Mets una ventaja de 1.5 juegos sobre los Gigantes por el último Comodín de la Liga Nacional. Los Mets tienen el criterio de desempate sobre San Francisco, pero no sobre los Rojos, que acechan a 2.5 juegos de distancia. Los D-backs superaron a los Rojos con su victoria sobre los Mellizos el domingo y se mantienen a dos juegos de los Mets. Un criterio de desempate con los Diamondbacks dependerá del récord intradivisional al final de la temporada.
Con 12 juegos por jugar, toda esa matemática de playoffs favorece mucho a los Mets.
Siempre les ha favorecido, siempre que en realidad lograran ganar algunos juegos aquí y allá. Sin embargo, un lapso de dos semanas de actuaciones de pitcheo deficientes, bateo inoportuno, errores en las bases, fallas defensivas y decisiones cuestionables del mánager hicieron que pareciera que los Mets no eran capaces de eso. Casi cualquier cosa que podía salir mal, salió mal para los Mets durante la primera mitad de septiembre.
Luego, Alonso se paró en el plato y les dio a los Mets un gran respiro.
“Oh, increíble”, fue cómo describió el momento.
“Los necesitamos todos en este punto”, agregó Alonso. “No importa si es hoy, mañana o cuántos juegos nos queden, necesitamos ganar tantos juegos como podamos. Solo tenemos que hacer lo mejor que podamos”.
Ganar muchos juegos es algo que los Mets hicieron notablemente bien al principio de esta temporada, logrando el mejor récord de las Mayores hasta el 12 de junio. Es algo que han hecho con menos eficiencia desde entonces, registrando un récord peor que todos menos dos equipos.
Todo el tiempo, los jugadores insistieron en la cantidad de talento en el clubhouse, insistiendo en que todos estaban trabajando duro, haciendo las cosas correctas. Nada de eso parecía traducirse en juegos ganados. Incluso el domingo, después de que Nolan McLean les diera a los Mets seis entradas en blanco, el mánager Carlos Mendoza optó por sacar a McLean como parte del deseo del equipo de proteger el brazo derecho del novato. El bullpen respondió con otra ventaja desperdiciada casi de inmediato, cuando Reed Garrett permitió un sencillo de dos carreras a Joc Pederson en el séptimo.
Esta vez, sin embargo, los Mets se mantuvieron firmes. Después de que Tyler Rogers lanzara una octava entrada perfecta, el boricua Edwin Díaz y Stanek dejaron cada uno a un corredor varado en tercera base con menos de dos outs en el noveno y el décimo, respectivamente. Eso preparó el escenario para el jonrón de oro de Alonso.
“Tiene mucho poder”, comentó Mendoza. “Todo lo que tiene que hacer es batallar en esas situaciones, y la pelota va a salir”.
“Para nosotros”, añadió Alonso, “nunca hubo una duda en todo el día”.
No fue del todo diferente al jonrón que Alonso le conectó a Devin Williams en el Juego 3 de la Serie del Comodín, deteniendo el impulso descendente de los Mets y dándoles la oportunidad de respirar de nuevo. Para ser claros, estos Mets todavía tienen trabajo que hacer. Faltan 12 juegos. Pero están de nuevo en control de su propio destino para ir a los playoffs, después de que se les escapara brevemente de las manos a principios del fin de semana.
Es más, los Mets acaban de demostrarse a sí mismos que no hay una maldición sobre ellos. Pueden ganar juegos. Pueden superar las cosas malas que han sucedido.
“Ganar este juego se siente como si calmará un poco el ruido exterior, el ruido que no viene de aquí adentro”, explicó Stanek. “Siento que tenemos un grupo realmente bueno que es maduro, que es veterano, que no va a tomar el ruido y magnificarlo. Pero ganar hoy, si eso puede ahogar un poco de ese ruido de todos modos, siempre es algo bueno”.