Contrario a la opinión popular, Juan Soto no viene de los peores dos meses de su carrera. Obviamente, no ha estado a la altura de sus números habituales, pero ni su OPS de .752 en abril ni su OPS de .792 en mayo se encuentra entre sus tres meses más flojos, gracias a algunos baches ocasionales en San Diego y Washington a lo largo de los años. Si bien no se ha visto grandioso, tampoco ha estado mal. En mayo, bateó a un nivel comparable con el del puertorriqueño Francisco Lindor, Bobby Witt Jr., Corbin Carroll y Jackson Merrill.
Aun así, no estar teniendo los peores meses de su carrera no es, comprensiblemente, lo que los fanáticos de los Mets esperaban cuando se enteraron de que su equipo firmaría a Soto a un contrato de US$765 millones, el pacto más grande en la historia del béisbol. Hasta ahora, ha sido abucheado en ambos lados de la ciudad de Nueva York, su entrega ha sido puesta en tela de juicio, se ha hablado mucho de que ya no tiene a Aaron Judge bateando detrás suyo, y “¿qué le pasa a Soto?” es una pregunta que se les hace regularmente a los directivos y técnicos del equipo. Decir que ha sido un inicio difícil parece quedarse corto.
Con más de un tercio de la temporada en el retrovisor, ya no podemos decir que es sólo un comienzo lento. Entonces, es normal preguntarse, ¿qué está pasando aquí, cuáles cosas están saliendo mal y si estamos viendo ya alguna señal de que va a despegar?
1) ¡Quizás no pasa nada!
“Honestamente, no puedo apuntar a algo y decir ‘éste es el problema que necesita arreglar para mejorar’”, dijo recientemente David Stearns, el presidente del departamento de operaciones de béisbol de los Mets.
“Es humano. Tiene 26 años, hermano”, recordó en otro momento el mánager de los Mets, el venezolano Carlos Mendoza. “Va a estar bien. Es Juan Soto”.
Tal vez sea solamente una forma de proteger a su jugador por parte de personas que realmente necesitan que este “matrimonio” funcione, pero también es un reflejo de la verdad. No hay un gran problema obvio aquí. No hay una lesión, al menos no una que conozcamos. No hay un declive obvio de sus habilidades. Es lo que hace que toda la situación sea tan frustrante, tanto interna como externamente.
Probablemente hayas estado escuchando una versión de esto durante dos meses: Las métricas subyacentes afirman que todo está bien y se resolverá por sí solo. Eso se puede resumir mejor en esta tabla de métricas de Statcast en la página de Baseball Savant de Soto. Aunque no repasaremos todos y cada uno de esos acrónimos aquí – no dudes en revisar el glosario de MLB.com para eso – el punto es que puedes leer esto como clasificaciones de videojuegos, donde la escala es de 0 a 100, y el rojo es muy, muy bueno. Hay mucho rojo aquí. Nada nos está gritando que hay “un problema”, ni incluso algo parecido a ello.
Pero, como suele decirse, las estadísticas subyacentes no ganan los juegos, e irse de 4-1 mientras das un rodado para doble-play cada noche podría ayudar a perderlos. Es completamente justo decir eso, y no está mal.
Sin embargo, sigue siendo un dato importante, porque esto es diferente a otras estrellas con bajo rendimiento como el venezolano José Altuve, donde se puede ver fácilmente que la calidad del contacto es significativamente peor, o como LaMonte Wade Jr. de San Francisco, quien ha sufrido la mayor caída interanual en la tasa de batazos fuertes en el juego. No es Marcus Semien ni el venezolano Anthony Santander, que se están ponchando mucho más en medio de sus problemas con el bate. Desde este punto de vista, Soto parece Soto.
Si se viera una caída significativa en algún área, veríamos algo de eso aquí. Incluso lo único que podría destacarse – el mínimo descenso de 2 millas por hora en la velocidad del swing – simplemente lo lleva de “élite” a “considerablemente por encima del promedio”. (También podría explicarse parcialmente, aunque no del todo, en que Soto está jalando menos la pelota, con una disminución en batazos hacia su mano del 45% al 38% , ya que la velocidad del bate alcanza su punto máximo cuando choca con la bola al frente, y Soto está haciendo contacto 2.5 pulgadas más atrás este año).
Nadie quiere escuchar “es simplemente mala suerte”, porque eso es demasiado fácil y rara vez representa la historia completa, y no es del todo eso. Pero podemos reconocer algunas de las cosas que han sucedido también, ¿verdad?
Como la noche del 4 de mayo, Sot cuando pareció que daría un jonrón en San Luis... hasta que Victor Scott II decidió que no.
O la semana pasada, cuando pegó un batazo de 110 mph que lucía como un duro sencillo... o al menos habría sido así, de no haber existido confusión sobre si la pelota fue atrapada (no lo fue) y Brandon Nimmo – el corredor que estaba en primera – no se devuelve y pasa en su carrera a Soto, lo que terminó en uno de los rodados de out más extraños en la historia. (Sí, en serio).
O aquella vez en abril cuando se convirtió en otra de las víctimas del jardinero de los Cachorros, Pete Crow-Armstrong, un patrullero élite que se está ganando una gran reputación por hacer que atrapadas increíblemente difíciles parezcan extremadamente fáciles. En este caso, el rápido salto que dio al momento del contacto – antes de que la cámara de la transmisión de televisión se enfocara en él – le ayudó a convertir un batazo que tenía una probabilidad de atrapada del 35% (seguramente un extrabases, dado que la bola salió a 101 mph) en un out aparentemente rutinario.
A veces, lo único que puedes hacer es quitarte el sombrero ante tu rival, como la tarde en Sacramento cuando Soto soltó una línea a 112.4 mph justo por el medio del terreno... sólo para que el campocorto de los Atléticos, Jacob Wilson, saltara justo a tiempo.
De nuevo: No todo es mala suerte, como veremos más adelante. Pero también, cuando no hay un solo jugador con una brecha más grande entre su slugging esperado y su slugging real que Soto, y hay uno solo con una diferencia más grande entre el promedio de bateo esperado y el real que el déficit de 69 puntos de Soto... pues tampoco lo podemos ignorar.
“Me he sentido bien desde el primer día”, aseguró Soto el domingo. “Sólo que los resultados no se han dado. Para mí, es encontrar... algunos huecos o algunos canales… sólo tenemos que seguir trabajando”.
Cuando Soto revierta la situación, a esto es a lo que nos referimos: A que nunca pareció que había algo realmente mal.
2. ¿Es realmente “falta de esfuerzo”?
Bueno, cada vez que el mánager dice abiertamente que tiene previsto hablar contigo sobre tu entrega en el terreno, como dijo Mendoza que haría el 19 de mayo, la respuesta no puede ser simplemente “no”. Los datos también respaldan esto hasta cierto punto; no es que Soto haya sido siempre un corredor veloz, pero su velocidad de sprint (percentil 20) y su tiempo de home a primera (4.58 segundos) son los peores de su carrera.
Esto es suficiente para no descartar este aspecto. Por otro lado, la velocidad nunca fue realmente parte de su juego; un hit dentro del cuadro aquí y otro allá pueden marcar la diferencia entre una gran producción y un rendimiento simplemente aceptable. Por otro lado, sus siete robos ya igualan su total del 2024. Las métricas avanzadas de corrido de bases de Statcast lo sitúan como un punto ligeramente positivo este año, después de ser negativo el año pasado, y tiene casi tantos hits dentro del cuadro (cuatro) esta campaña como los que dio en todo el 2024 (seis).
Esto probablemente entre en la categoría de “algo que no se ve bien en un jugador nuevo en un equipo”, y es un excelente tema de conversación para los programas de radio. Pero en realidad, no es un problema.
3. ¿Cuáles de los cambios son reales?
“Está dándole a la pelota un poco más por el suelo que en el pasado”, apuntó Stearns. “Creo que es algo de lo que él es consciente”.
Claro. La tasa de rodados de Soto ha subido del 45% al 52%, aunque eso ha fluctuado regularmente en ese rango a lo largo de su carrera. El problema mayor es que está dando elevados hacia su banda – el tipo de contacto más valioso, cuando le das con poder a la bola – apenas el 11% de las veces, por debajo del 19% del año pasado. Pero lo atípico aquí fue lo que pasó en el 2024, no lo que está pasando ahora ni incluso cuando ha conectado ese tipo de batazos de mucho valor en el 2025: Está obteniendo menos resultados en términos de producción real.
“A los ojos de muchos en el equipo", escribió Anthony DiComo de MLB.com este fin de semana con respecto al mes de mayo de Soto, “[él] se había vuelto demasiado pasivo en el plato, permitiéndose caer en demasiados conteos desfavorables”.
Ahora sí estamos hablando. Soto en mayo hizo swing a apenas el 53% de los envíos en la zona, empatado como la tercera tasa más baja de cualquier mes de su carrera – y entre los otros tres meses en la parte inferior de la lista, dos de ellos (septiembre del 2024 y agosto del 2018) fueron sus meses más débiles de esas temporadas. Cuando no hace suficiente swings, no puede hacer suficiente daño.
Obviamente, es bueno dejar pasar los pitcheos malos y nadie hace eso mejor que Soto. No sólo tiene la tasa de swings a pitcheos alejados del home más baja del 2025, sino que esa tasa suya en mayo fue una de las más bajas que cualquiera haya tenido en la última década. Es una habilidad que claramente no ha disminuido, como muestra esta imagen.
Pero cuando tienes un swing como el de Soto, también es posible ser demasiado paciente. En mayo, Soto dejó pasar envíos en la zona en cuenta de 0-0 el 74% de las veces, el segundo porcentaje más alto en un mes de su carrera. Y el mes más alto – mayo del 2021 – fue uno de esos meses en los que no le estaba yendo bien, algo mencionado al principio de este artículo.
4. ¿Hay algún cambio?
Soto se embasó en siete ocasiones en tres juegos del fin de semana contra los Rockies. Aunque Colorado no es precisamente el rival más difícil, tampoco es que el desempeño contra los clubes sotaneros se elimine de las estadísticas de los jugadores al final de la temporada, ¿verdad?
Después de un elevado al jardín izquierdo ante un “sweeper” en la zona de strike en su primer turno el viernes, Soto no dejó pasar un lanzamiento de Kyle Freeland por el centro en su segundo turno, convirtiéndolo en un doble.
La siguiente vez que vio a Freeland, conectó una recta cortada bajita y en la esquina de afuera – pero aún en strike– para un sencillo.
Aunque terminó el día ligando para doble-play contra el lanzallamas Seth Halvorsen, le pegó fuerte a la bola (101 mph de velocidad de salida. Sus cuatro visitas al plato terminaron con swings a envíos buenos.
El sábado, recibió una base por bolas en la primera entrada, una visita al home en la que no le dieron nada bueno para batear. Luego de dar un elevadito ante un slider que se quedó colgado en la zona, se abalanzó contra un sinker de 90 mph del venezolano Antonio Senzatela, un pitcheo bajito y por el centro, y mandó la pelota a la luna.
Fue más de lo mismo el domingo: Después de un elevado y de ser golpeado por un lanzamiento, vio este splitter (recta de los dedos separados) de Zach Agnos que no bajó mucho y lo mandó sobre la cerca entre el bosque central y el derecho.
"Todos desde afuera siguen diciendo, ‘¿Dónde está Soto? ¿Dónde está Soto?’ Nosotros lo hemos visto. Ha tenido buenos turnos al bate semanalmente”, comentó torpedero de los Mets, el puertorriqueño Francisco Lindor, el sábado. “Creo que hoy, la bola cayó donde no había nadie”.
Seguro que sí. En los asientos de las gradas, claro.
De los 21 lanzamientos en strike que le tiraron los Rockies, Soto le tiró a 14, una tasa de swings del 67% en la zona que fue la segunda más alta para él en cualquier serie de este año. (La más alta fue en San Luis, cuando se embasó cinco veces y Scott le quitó un cuadrangular). Lo logró mientras hacía swing a exactamente un pitcheo malo.
No hay evidencia real de que a Soto le estén lanzando diferente. No hay evidencia real de que haya una disminución significativa de sus habilidades. Lo más notable es que esto se siente exactamente como lo que Lindor experimentó en su primer año en los Mets. Es decir, un ajuste difícil, excepto que todas las métricas subyacentes dicen que no está pasando nada dramático con Soto, aparte de quizás su disciplina de élite en el plato le está impidiendo tirarles a suficientes pitcheos contra los que es capaz de hacer daño.
La serie de los Rockies no cambia eso por sí sola. Por otra parte, podría haber sido el inicio de lo que todos suponemos que está por venir: Un rápido regreso al nivel en el que, cuando veamos hacia atrás, nos parecerá absurdo que alguien haya cuestionado si encajaba en los Mets.