SAN LUIS -- Si la parte alta del primer inning parecía un mal presagio para los Dodgers el domingo, el segundo episodio fue la rápida corrección de rumbo que los bateadores de Los Ángeles confiaban en que llegaría con el tiempo y un poco de paciencia. Al comenzar el último juego de la serie en el Busch Stadium, los Dodgers bateaban de 25-1 con corredores en posición de anotar durante el fin de semana. Shohei Ohtani abrió el juego con un doble y quedó varado en segunda base, sumando tres turnos más sin éxito a esa racha.
La sequía, aunque en ese momento no lo sabían, estaba por terminar. Tommy Edman puso a los Dodgers en la pizarra con un sencillo remolcador, y Hyeseong Kim conectó el batazo importante que tanto se había hecho esperar, un triple de dos carreras que dio a los campeones defensores una ventaja que no perderían, llevándose la victoria 7-3 sobre los Cardenales para evitar lo que habría sido apenas su segunda barrida sufrida en la temporada.
Clayton Kershaw se recuperó de una salida complicada y le brindó a los Dodgers una de sus mejores aperturas del 2025, permitiendo sólo una carrera limpia y ponchando a siete bateadores, su mayor cifra de la temporada, en cinco entradas de labor.
Mookie Betts añadió una carrera de seguro en los episodios finales con un jonrón en solitario, su noveno de la campaña y primero desde que conectó dos contra los D-backs el 19 de mayo. Betts había conectado tres hits en cada uno de los dos primeros juegos de la serie, pero ninguno de esos seis imparables había producido anotación o impulsada. Esa falta de contundencia, tanto de Betts como del resto de la alineación, generó “frustración”, según comentó el piloto Dave Roberts tras la derrota del sábado, aunque acompañada de la confianza que les brinda una trayectoria larga y productiva a casi todos los titulares de los Dodgers.
Kim, quien bateó noveno, encendió la chispa en apenas su 60mo turno al bate en Grandes Ligas. Fue el batazo que venían esperando, aunque no precisamente del bateador más anticipado.