“Algo bien especial”: El largo camino de Aranda hasta el All-Star Game

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BOSTON -- Hay una filosofía en el mundo de los scouts que al asistente del gerente general de los Rays, el puertorriqueño Carlos Rodríguez, le gusta compartir: “Siempre eres peligroso si estás en el estadio”.

Hace diez años, esa mentalidad ayudó a los Rays a descubrir a un All-Star... pero no al que se propusieron encontrar.

Enfrentando restricciones de inversión en el mercado internacional, los Rays no podían firmar a un jugador por más de US$300,000. Pero Rodríguez, director de scouteo internacional de Tampa Bay en ese momento, no quería perder la oportunidad de ver a un jardinero cubano con mucho potencial que estaba entrenando con el club Toros en Tijuana, México.

Randy Arozarena nunca se presentó a su entrenamiento, y así fue como los Rays terminaron firmando al mexicano Jonathan Aranda, la estrella revelación que participará en su primer Juego de Estrellas junto a sus compañeros de equipo de Tampa Bay, el dominicano Junior Caminero, Drew Rasmussen y el lesionado Brandon Lowe, la noche del martes en Atlanta.

“Es un poco gracioso”, dijo Rodríguez, “las casualidades de la vida”.

Comenzó con Eddie Díaz, un scout de los Rays que estaba dirigiendo a los Toros. Díaz intentó coordinar un entrenamiento para los Rays y Arozarena en Tijuana, así que Rodríguez hizo el viaje a San Diego y cruzó la frontera. Sin garantía de que Arozarena apareciera, Díaz organizó otra sesión con jugadores más jóvenes en la academia de los Toros.

Uno de ellos era un campocorto de 160 libras con un bonito swing zurdo que inmediatamente llamó la atención de Rodríguez y los Rays.

“Muchas de las cosas que ves hoy ya estaban en su lugar en aquel entonces”, recordó Rodríguez. “Muy buena habilidad para hacer contacto con la pelota, la conciencia de saber dónde está la maceta del bate. Jonathan pesaba alrededor de 160 libras, pero conectó un par de batazos por encima de la cerca. Y yo pensé: ‘Oh, OK, ahí hay un poco de poder’”.

Esa es una descripción bastante buena del bateador que ha sido Aranda para los Rays esta temporada. Batea .324 con un porcentaje de embasado de .399 y un slugging de .492 hasta el domingo, y su OPS de .891 ocupa el 12do lugar entre todos los bateadores calificados en las Grandes Ligas.

Aranda, a quien los Astros se habían acercado antes que los Rays, inicialmente no estaba al tanto de la intención original del viaje de Rodríguez. Pero no podría estar más contento con el resultado. Firmó con los Rays a los 17 años por aproximadamente US$130,000 el 2 de julio del 2015.

“Me enteré años después de eso”, confesó Aranda. “Pero la historia de cómo llegaron y me encontraron, es algo especial”.

Rodríguez también compartió la historia con Arozarena años después. En respuesta, Arozarena bromeó: “¿Por qué iba a probarme con ustedes? Estaba buscando siete cifras”.

Efectivamente, recibió US$1.25 millones de los Cardenales… sólo para ser eventualmente cambiado a Tampa Bay, donde se convirtió en un héroe de postemporada, un favorito de los fanáticos y compañero de equipo de Aranda.

“Fue una victoria en todos los aspectos para nosotros”, resumió Rodríguez.

Pero tomó una década, además de mucha paciencia y perseverancia, para que Aranda se estableciera como el bateador élite que siempre esperó ser.

Entre los jugadores actuales de los Rays, Aranda ha estado en la organización más tiempo que todos, excepto Lowe. Jugó para ocho filiales de Ligas Menores en el sistema, abriéndose camino lentamente desde la Liga de Verano Dominicana hasta Triple-A, con paradas en varios niveles que ya no existen.

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El último paso resultó ser el más desafiante.

Aranda hizo apariciones en MLB en el 2022 y el 2023 con resultados mediocres, y finalmente parecía listo para aprovechar su oportunidad después de un gran Spring Training en el 2024. Una lesión inoportuna retrasó su llegada, pero ha aprovechado al máximo cada oportunidad esta campaña.

“No creo que haya perdido la confianza en su habilidad”, dijo el mánager Kevin Cash. “Siempre ha habido una fuerte creencia de que podía batear, y lo ha demostrado este año”.

La trayectoria de Aranda se vio reflejada en la avalancha de mensajes que recibió de ex coaches y compañeros de equipo en el sistema de los Rays después de ser nombrado al Juego de Estrellas.

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“Es muy especial. Crecí aquí como jugador y tengo muchos recuerdos con los coaches y todos los demás”, comentó. “Muy buenos recuerdos”.

En muchos sentidos, dijo Rodríguez, Aranda sigue siendo el mismo muchacho que vio durante ese entrenamiento en Tijuana hace 10 años. El mismo swing. La misma sonrisa. El mismo enfoque humilde. Pero también se ha desarrollado y crecido, formando una familia con su esposa, Milka, y su pequeña hija, Regina.

Y ahora, es un All-Star.

“Es una satisfacción, una alegría o un orgullo, o como quieras llamarlo, no solo para mí, sino para nuestro personal de desarrollo de jugadores y las personas que han estado aquí por un tiempo”, terminó Rodríguez. “Para siempre podrá decir que fue un All-Star en las Grandes Ligas, lo cual es algo genial”.

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